jueves, 5 de noviembre de 2009

Alberto Hijar


Opresión, Represión, Revolución.

HERNANDEZ DELGADILLO


Aún hoy, las Escuelas Normales Rurales sobrevivientes de la debacle educativa, los Colegios de Ciencias y Humanidades de la UNAM y algunos institutos tecnológicos como el de Zacatepec de Jaramillo, conservan los murales de José Hernández Delgadillo con sus fuertes trazos diagonales y los altos contrastes rojinegros de puños alzados, rostros fieros y fusiles prestos. Algunos guardan inscripciones testimoniales de luchas populares que con las listas de colaboradores, señalan el afán organizador del maestro. Difiere todo esto de la carrera acomodaticia que pudo iniciar en 1961 cuando fue premiado en la Segunda Bienal de Jóvenes de París. Un gran cuadro, por tamaño y calidad no figurativa, pudo inclinarlo hacia la ruptura antinacionalista y trepadora favorecida por la cultura de Estado. Optó en cambio por el humanismo de Nueva presencia empeñado en organizar un expresionismo denunciante de los crímenes de Estado del vecino del norte y del opresor directo de la nación mexicana. De aquí su relación con poetas, actores y actrices, bailarinas y juglares diversos con los que recorrió tomas de tierras, huelgas, plantones para construir una poética con voz e imágenes solidarias del pueblo en lucha. La galería Edward Münch sirvió de base con asombrosas exposiciones colectivas ampliadas hasta los camellones vecinos. Arte Colectivo en Acción aún sigue y promueve la reproducción de la gráfica pictórica mural o no, lo mismo en libros de gran formato como el Códice Tlatelolco que en antologías de poesía del 68. A la par, el trabajador incansable encontró tiempo para exposiciones aquí y en otros países de América, Europa y en Estados Unidos donde cultivó entrañables relaciones con chicanos distinguidos. Sobreviviente del apañón en el Campo Militar No. 1, dejó murales, relieves y esculturas en espacios públicos. Procuró la formación del Partido Socialista necesario y ganó la postulación como representante popular a base de mantenerse en constante actividad político-cultural. No pudo realizar su proyecto postrero de escultura en su natal estado de Hidalgo, pero sus colegas siguieron su boceto para integrarlo a un parque público con las obras de todos ellos. En el 2000 se realizó una retrospectiva de su obra y fue reconocido como Artista distinguido de la Ciudad de México. Pintor excelente, desarrolló una gráfica de urgente aplicación a fin de humanizar espacios públicos y privados, siempre solidario con la dialéctica vital de articulación de las urgencias sociales con la formación personal. Sufrió la destrucción de algunos de sus murales pero confió en la supervivencia de su obra, de su política solidaria, de su práctica de significación popular en lucha contra la represión, la opresión y la infamia. Por todo esto es justo reconocerlo en el Salón de la Plástica donde fue premiado, discutido, criticado y aplaudido como ahora, hasta la victoria siempre.



Tlalpan, marzo de 2009.

Alberto Híjar Serrano.


Texto de Sala para la Exposición homenaje: José Hernández Delgadillo. In Memoriam

Salón de la Plástica Mexicana, INBA, 2009

Leopoldo Ayala


Olivia y Hernández Delgadillo

Hay hombres cuya frontera va más allá de un muro de Pueblo en lucha, tú eres uno de ellos.
—Olivia Ledezrna!
—Eres José Hernández Delgadillo.
—Sí, Mariana
—Venías adelante?
—Aquí.
—Se detiene la marcha.
—Es un alto. El cruce donde atacaron los Halcones de Echeverría. San Cosme y Avenida de los Maestros. Van a ser las 5:05 de la tarde.
—Pepe, acércate completamente a nosotros, dinos todo sobre ti:
Comienza con tu identidad plástica.

—Mi problema artístico es cómo hago arte para mi Pueblo, para mi sociedad y para que me represente en el mundo. Ese es el reto y a eso es a lo que trato de dar una respuesta.

Hay elementos para saber por qué ha permanecido México con una característica propia desde los Pueblos antiguos, mesoamericanos; el Pueblo mixteco todavía existe, el Pueblo zapoteco, el Pueblo maya, el Pueblo purépecha, el Pueblo otomí; ellos todavía existen y son los que han sido portadores de la cultura, por eso han resistido. En el renacimiento mexicano, en el movimiento muralísitico de 1921, México centra como sujeto de su arte y de la creación artística a nuestra gente y a todo lo que hacen los artistas. Precisamente retoma esos valores, impulsan su lucha contra todo el arte colonizado, contra la sociedad afrancesada porfiriana; es decir, lucha contra toda expresión de sujeción y de colonialismo.

Cómo fue posible que un Pueblo seminómada que viene y se asienta en el valle de México, el la laguna, se convierta en solamente 100 años, el el Pueblo hegemónico de Mesoamérica y además, produzca un arte extraordinario, de caract6erísticas terríficas y brutales, pero un gran arte.

Cuando hablamos de identidad estamos hablando de la necesidad de enfrentar un problema y aportar cosas nuevas. Yo no le pondría una frontera; aquí empieza el arte popular y aquí termina y aquí empieza el arte gran arte.

La identidad que me he formado, es por mi relación entre el Pueblo y mi obra, esa es mi identidad. Es individual y colectiva, porque la creación es así; se es colectivo, pero también se es individual.

Yo he hecho un esfuerzo por aportar los elementos de la memoria artística-histórica del arte precuauhtémico y los elementos del arte moderno, más sintético y hasta con elementos abstractos. Yo a mi Pueblo le he dado lo mejor que he podido, sin pensar nunca que él no podría ser digno de elloo o que el Pueblo solamente puede entender lo popular. Le he dado lo mejor: elementos de su arte antiguo, del arte contemporáneo y del arte moderno de México.

Hemos sido un elemento de concientización del Pueblo, que sí tiene sentido. Hemos vivido que el arte tiene capacidad de convocatoria, de unificación, de entendimiento, de lucha. Muchas veces es más fuerte que algún otro tipo o forma de lucha. Mis murales han luchado y siguen luchando. Las etapas por las que he pasado no corresponden directamente a los años, sino a etapas de desarrollo de trabajo. A la niñez, yo la ligaría conmigo. Después me doy cuenta de que se ha dado un movimiento muralístico mexicano; me voy a estudiar a la Esmeralda, más tarde a la Escuela Superior de Arte Aplicada. Me doy a conocer a nivel nacional y a nivel internacional, y recibo el premio de la Bienal de París en 1961, 1968 y 1970 son precisamente la consolidación. Interrumpe esta etapa con la violencia de la represión en Tlatelolco el 2 de Octubre de 1968 y el 10 de junio de 1971, donde yo marché con una obra mía como pancarta. Ahí arranca un largo periodo que es por lo menos 20 años del desarrollo de un arte militante combativo y otras de carácter artístico formal y compositivo, de 1988 en adelante. En 89 pinto el mural Hombre Nuevo hacia el Futuro. Dejo de ser dirigente político y asumo primero el papel de trabajar mi producción plástica.

Asumo el compromiso y los pasos que han dado las masas populares. Un día sin que yo opinara, los campesinos de San Luís Potosí dieron dos pasos al frente, impidieron la salida del gobernador en su automóvil. El gobernador se tuvo que ir a pie. Si hubieran querido llegar a más, lo hubieran logrado.

Un partido político de izquierda tiene que plantear un proyecto de nación, una propuesta de transformaciones, aunque no sean totales; sí un proyecto socialista. Tiene que haber un compromiso al socialismo, un proyecto que hay que construir. Si no se organiza el Pueblo, no habrá reforma electoral democrática.

El Pueblo debe tomar en sus manos el control de las elecciones, vigilar, juzgar; y no un partido, ahí están las decisiones populares.

Cuando soy capaz de hacer un mural en 5, en 30 horas, también soy capaz de participar en un movimiento que tendrá un resultado en determinado tiempo.

—Faltan cinco minutos.
—jPepe, compañeros! En ese tiempo podemos volver a oír las palabras del Poeta a nuestro muralista, hoy, aquí, en lucha popular. El tiempo es otro en el mismo. ¿Las quieres volver a oír, Delgadillo? Moriste días después.
—Sí, Olivia, días antes de estar aquí, de mi muerte y de la del siglo XX, aquella vez de mi despedida a todos. Entonces ya no pude moverme, pero estuve completo. Voz, acción y Arte Colectivo otra vez.
—Hay que decirlo todo. Hay que decir en pocas palabras, encerrar en jaulas de palabras la vida de un hombre, de un combatiente, de un pintor, de un artista, de un luchador. El arte revela los Pueblos, dices. Tu trabajo es decir en toda la extensión sus consonantes y sus vocales que reúnen el nuestro, José Hernández Delgadillo.

Veníamos José, recientemente habíamos encontrado en la mujer amada, el amor. Tú venías de París. Sólo Goytia y tú han tenido el premio de la Bienal en el reconocimiento de los mexicanos. Necesitábamos una lucha. Hablábamos del amor y nació El Herrero del Cuerpo, nuestro primer libro, publicado en 1967; necesitábamos una lucha y no nos habíamos dado cuenta todavía de que es una en cualquier nivel y en cualquier parte del mundo. Tú lo escribiste con trazos, yo lo escribí con letras y fue nuestro segundo libro 10 de corpus. Después tomamos conciencia de que jamás volveríamos a usar el habla del yo, sino en el de nosotros. Era 1968 un lugar dentro de la lucha contra la injusticia, la represión, el crimen. Y nos lanzamos por las calles. Entonces el mundo supo de tus murales, mantas, trazos, grabados, serigrafías, en los CCH’s, Normal Superior; supo de tu virtud de decir las cosas de frente, de tu detener en colores los momentos más dramáticos de México. Estuvimos y estamos muchos de nosotros. Ahí nace Arte Colectivo en Acción, con los marginados, sostuvimos en 68 la lucha para que salieran los presos políticos cuando el presidente había cometido el genocidio de Tlatelolco, cuando tuvimos listas de más de 629 acribillados y muertos. Lo dijimos en el Yo Acuso y lo dijiste tú en tantas y tantas de tus obras. Reconocemos que las palabras tienen un peso y recordamos al gran Poeta que amamos, a Pedro Garfias cuando nos dice: El verso humano pesa. Yo lo cojo con mis manos siento que me dobla las muñecas. El gobierno decidió el genocidio, levantamos la bandera en las calles, en la lucha, pensamos que terminaría todo con esas muertes y sin embargo tres años después, en 1971, los mismos genocidas Díaz Ordaz y Echeverría nos rematan en San Cosme, el 10 de junio. Ahí estamos tú y yo y Olivia juntos, y los otros compañeros, Óscar Menéndez, Benito Balam, López Moreno, Fausto Trejo, todos los tuyos, todos los nuestros, los de siempre. Y está Arte Colectivo en Acción. Tú le pusiste el nombre y no ha muerto, está en todas partes, escuelas, ejidos, tomas de tierra, por todos lados se levanta el cine, la canción, el poema, la pintura y establecen la verdadera dimensión que tiene el arte, que no es Perseguid los tristes puestos de la triste telaraña, como condenó Miguel Hernández; sino el arma que pueden ser. No hay arte sin ideología, redecía Fausto. ¿Te acuerdas? Cada recital. Supimos que teníamos un trabajo que hacer y así lo hicimos cuando estuvimos en la revista Por qué? Nos secuestraron a todos, conocimos lo que es la persecución, el ser preso político, la cárcel, la tortura, el Campo Militar, los pozos debajo de tránsito a unas calles del Zócalo. Ahí supimos de desapariciones y de todo. Hicimos el pacto de Hasta la muerte, no ceder. José de Molina se fue primero. Estuvimos juntos en la lucha por Nicaragua, con el padre Cardenal y después El Salvador, Chile, Guatemala, los compañeros zapatistas, de los cuales tú llevas la sangre y nosotros solamente la sangre de las palabras, la sangre de la conciencia, del arte. Levantamos esa fuerza que necesita nuestro país y la seguimos levantando; país de paramilitares, de paraestudiantes, de parasenadores, de parapresidentes. Seguimos Hernández Delgadillo. Compañero, es tuyo el trazo, en él estás. José Hernández Delgadillo con el Che: Hasta siempre. ¡Hasta siempre tu trazo, acción, fuerza de hombre, sentimiento revolucionario de hijo de lo más hermoso de la dignidad mexicana, con Orozco, Siqueiros, Rivera. Tú en la pintura y en la vida, sigues al Che, lo que has pintado lo has vivido. Acción correspondiente .a la conciencia. ¡José Hernández Delgadillo!

—¡Presente!
—¡José Hernández Delgadillo!
—¡Presente!
—¡Hasta la victoria siempre! ¡Te quedas con nosotros compañero!
—¡Escuchen compañeros! Las 5:05 del 10 de junio que sigue siendo. (Uno, dos, tres, cuatro... cincuenta y ocho, cincuenta y nueve) ¡Un minuto!
—¡Por nuestros compañeros caídos!
—¡No un minuto de silencio sino toda una vida de lucha!




Del libro: Vencer o Morir, Leopoldo Ayala, 2008.
IPN, UNAM.
pp. 409 – 413


Vencer o Morir de Leopoldo Ayala es el más reciente libro del poeta mexicano y militante del Movimiento Estudiantil Popular de 1968. Con motivo del 40 aniversario de la matanza de Tlatelolco, el IPN publica el testimonio novelado que abarca la masacre contra maestros en 1971 y la Guerra sucia.


• Escribió una novela histórica ensayística sobre quien fue su alumna.
Leopoldo Ayala reivindica la voz y la acción de la guerrillera Mariana
Arturo Jiménez / La Jornada - 2008/09/26.